ENTREVISTA A GUZMÁN CARRIQUIRY SUBSECRETARIO DEL CONSEJO PONTIFICIO
PARA LOS LAICOS EN SU VISITA A SAN
SEBASTIÁN DONOSTIA INVITADO POR MONS. MUNILLA
(Texto cedido por la Delegación de MCS de la Diócesis de San
Sebastián-Donostia)
El papa es como si quisiera desestabilizarnos de nuestros
acomodos mundanos, aburguesados, para exigirnos vivir un cristianismo muy
exigente en el encuentro y seguimiento de Jesucristo (Guzmán Carriquiry).
Guzmán Carriquiry Lecour
(Montevideo, Uruguay, 1944), es uno de los laicos
católicos más relevantes de nuestro tiempo. Fue nombrado subsecretario del
Consejo Pontificio para los Laicos por San Juan Pablo II, convirtiéndose en el
primer laico en la historia para este cargo en un dicasterio vaticano.
Confirmado en el cargo por Benedicto XVI, quien también le designó secretario
de la Comisión Pontificia para América Latina.
Desde 2104, de mano del Papa
Francisco, con quien le une una estrecha amistad desde que Francisco era sacerdote,
ocupa el cargo de secretario a cargo de la Vicepresidencia de la Pontificia
Comisión para América Latina.
Se ha sabido del acontecimiento inusitado de la visita del Papa
Francisco a su oficina. ¿Qué me puede contar de ello?
Fue hace poco más de una semana: El Papa había ido al dentista
dentro del Vaticano y le dijo a su acompañante: “vamos a la comisión pontificia
a saludar a Carriquiry”. El chofer le respondió: “es complicado… hay que
advertir a la Secretaría de Estado, a la gendarmería vaticana, a la policía
italiana”. “No, yo soy el Papa, Dios nos cuida, vamos”. Suena la puerta de mi
oficina y aparece el Papa de forma totalmente sorprendente, sin previo aviso. Y
me dice: “¿Doctor, tiene un rato para conversar conmigo?” Ante tal
pregunta le contesté en tono jocoso: “usted no está incluido en mi
agenda de hoy, vuelva mañana”. Tal cual. Estuvimos conversando y le comenté que
ésta sería la primera vez que no iría a unas JMJ desde 1984, pero que estaría
en Loyola, rezando por su pontificado. Y efectivamente, lo cumplí. Estuvimos,
mi mujer y yo, en la celebración eucarística de la fiesta de San Ignacio en el
Santuario de Loyola y después compartimos un óptimo almuerzo con la comunidad
jesuita.
¿De
qué hablaron?
Estuvimos 40 minutos conversando, sobre todo de temas de América
Latina. Situaciones candentes allí, como la de Venezuela, que está sumamente
difícil y están solicitando que la Santa Sede se incorpore en la mediación. Lo
está pidiendo el propio expresidente Zapatero, pero lo tienen que pedir también
el presidente Maduro y la Mesa de Unidad Democrática. También sobre el proceso
de paz en Colombia, que está muy polarizado. Conversamos sobre todo de la
situación de América Latina. Y de otras cosas más que no puedo desvelar. Pero
al acabar la charla le dije: quédese diez minutos a tomar un café con mis
colaboradores, y allí se instaló con su estilo directo, sencillo, normal,
cordial. Ha superado toda esa distancia con que era percibida la figura del
Papa.
¿Y
tiene usted línea directa con el papa?
Yo no tomo la iniciativa de contactarlo, la toma él cuando
quiere; de vez en cuando me llama por teléfono a mi oficina o a mi casa. Nos
conocemos desde mucho antes de que fuera papa. Cuando viajaba a Roma, la
primera noche siempre venía a cenar a casa. Mi mujer y yo teníamos la
convicción espiritual de que estaba destinado a ser papa (como también lo
pensábamos anteriormente sobre el Cardenal Ratzinger). Lo dijimos a varios
amigos en la curia romana, y fue así.
¿Cómo
le ve a Francisco, le ve con fuerzas para acometer reformas de calado en su
pontificado?
Sí, han sido tres años muy impresionantes y sorprendentes en ese
sentido. Hay un aprecio por su persona que desborda totalmente los límites de
la iglesia católica. A veces los más lejanos, se sienten más cercanos. Y en
cambio algunas oposiciones vienen desde adentro. Pienso que estamos viviendo un
tiempo de interpelación evangélica muy fuerte dentro de la Iglesia. El papa es
como si quisiera desestabilizarnos de nuestros acomodos mundanos, aburguesados,
para exigirnos vivir un cristianismo muy exigente en el encuentro y seguimiento
de Jesucristo. Ha cambiado estilos del ejercicio del ministerio, formas de
comunicación, está cambiando estructuras de gobierno en la curia romana, ha
imprimido mayor transparencia y sencillez, ha sido muy riguroso en muchas cosas
y se ha transformado en tres años en el líder mundial de mayor autoridad moral.
¿Y
eso le puede estar granjeando enemigos dentro de la propia curia?
Bueno, con cambios tan profundos en pocos años, eso suscita, por
una parte, perplejidades y desconciertos en católicos honestos, pero siempre
respetuosos de la figura del sucesor de Pedro, el vicario de Cristo. Esto hay
que distinguirlo de posiciones críticas viscerales de pequeños grupos
reaccionarios pero que difunden mucho sus voces a través de las redes
mediáticas. En realidad, representan a sectores muy minoritarios. Los pueblos, ¡y el pueblo de
Dios!, están con el Papa. Hay una forma de oposición que es la más insidiosa,
que es aquella que trata de contraponerlo a sus predecesores: a San Juan Pablo
II y a Benedicto XVI. Los sectores más reaccionarios exaltan a sus predecesores
para denigrar al papa actual; pero muchos sectores "progresistas"
exaltan a Francisco mientras denigraban y denigrar a los anteriores. Así se pretende o se arriesga romper la
inquebrantable continuidad de la tradición de la Iglesia, que está garantizada
por la sucesión de los papas. El demonio es el príncipe de la mentira y la
división.
Usted
ha trabajado con papas anteriores
Empecé trabajando siete años al servicio de Pablo VI. Por lo
tanto, he trabajado al servicio de cinco pontificados a lo largo de 44 años. No
sé si es un título de mérito. Alguien dice que es un título de gran aguante de
un laico en un ambiente muy clerical (carcajada). Para mí y mi familia ha sido
y es un don extraordinario de Dios.
¿Qué
opina de la propuesta del 'diaconado' para las mujeres, por ejemplo?
El papa acaba de formar una comisión de estudio. Está
insistiendo mucho en el papel y la responsabilidad de la mujer dentro de la
Iglesia. Ya lo habían hecho Juan Pablo II y Benedicto XVI cuando hablaban
del genio y del carisma femenino. A Francisco le interesa muchísimo impulsar y
valorizar la presencia de las mujeres a los más diversos niveles de la vida de
la Iglesia y para la humanización de las sociedades. Ahora bien, quien piensa
que estamos ante el primer escalón para llegar al sacerdocio se equivoca
totalmente. Hubo diaconisas en la antiguedad que prestaban muchos servicios,
sin que ello supusiera un primer grado de la ordenación.
Entonces,
¿dentro de unos años no veremos a una mujer presidiendo una eucaristía?
Ciertamente no lo veremos. El papa Francisco jamás ha sugerido
una hipótesis semejante. No sirve clericalizar a las mujeres. Recuerdo, eso sí,
que una mujer, la Virgen María, Madre de Dios, es el testimonio de santidad más
grande para hombres y mujeres de todos los tiempos. Ciertamente, el papa ha tenido palabras muy
fuertes contra el clericalismo para destacar la importancia del protagonismo de
los laicos en la misión de la Iglesia, asumiendo todas las responsabilidades
que sean necesarias. Los laicos quedan llamados a abrir caminos al Evangelio
sobre todo en la vida política, cultural, social y económica.
¿Cree
usted que con el papa actual se han "abierto" las ventanas del
Vaticano?
Eso de abrir las ventanas ya lo decía Juan XXIII. Había necesidad
de establecer una relación más inmediata de los pastores con la gente. El papa
insiste muchísimo en la proximidad de los pastores a la vida de su pueblo y de
sus comunidades, a sus alegrías, sus sufrimientos, sus esperanzas. Proximidad
que tiene que expresarse especialmente con los más pobres, los más sufridos,
los excluidos. El papa trae de América Latina ese amor preferencial por los más
pobres, tan propio del Evangelio, que en la Iglesia latinoamericana adquirió
una consistencia real y muy significativa. Ha sido un fundamental aporte para
toda la catolicidad.
Diferencias
entre Benedicto y Francisco…
Benedicto es un doctor de la Iglesia, un santo y sabio académico
de enorme altura intelectual. Uno de los grandes europeos de nuestro
tiempo. Benedicto imaginaba el futuro de
la Iglesia como el de minorías creativas en el medio de un mundo muy
secularizado, sobre todo en Europa.
Francisco destaca la Iglesia como
pueblo de Dios en toda su consistencia teologal, histórica y cultural. Testimonia
y propone un contacto con su pueblo mucho más inmediato y directo; convoca a
una proximidad misericordiosa, misionera y solidaria.
Se
rumorea que una de las razones por las que Benedicto dimitió fue porque no se
veía con fuerzas para combatir un lobby gay que supuestamente había en el
Vaticano. ¿Cree que Francisco ha tomado cartas en ese asunto?
(Serio) Decir que renunció por eso me parece absurdo. Las
razones de su renuncia quedan en el misterio de su cara a cara con Dios.
Francisco siempre dice que no son admisibles las lobbys dentro de la Iglesia,
sean masónicas, gays, por intereses económicos, por carrierismo, o por lo que
sea.
¿Qué
retos esperan aún al papa en su pontificado?
Hay uno muy grande, entre otros, que es la evangelización de
Europa. ¿Cómo es que se tiene que afrontar la crisis de esta Europa
secularizada, muy descristianizada, deprimida política y económicamente,
atemorizada y desconcertada? Francisco no ha visitado todavía los grandes
países europeos. Ha empezado a acercarse a Europa por las periferias: Albania,
Bosnia, ahora Armenia, Georgia… probablemente irá a Portugal en mayo del 17 con
motivo de los 100 años de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima. A veces suele
referirse a Europa como la “nona” (abuela), en el sentido de que no engendra
desde el punto de vista demográfico, ni genera la novedad de grandes corrientes
políticas y culturales, dejando a vastos sectores de su juventud en el paro. La
visión europea del Papa es muy crítica, y al mismo tiempo quiere que Europa redescubra
lo mejor de sí misma. ¿Cómo se entiende, por ejemplo, la cultura vasca sin esa
tradición católica que estuvo desde sus orígenes? Nos falta una generación como
las de los Adenauer, De Gasperi, Schuman, Monnet…a la altura y ante las
exigencias de nuestro tiempo… Los dos millones de jóvenes reunidos con el Papa
y los Obispos en Cracovia han sido un gran signo de esperanza.
¿Qué
nota le pondría hasta ahora?
Risas…¿quién soy yo para ponerle nota al papa? Pero creo que lo
está haciendo muy, pero que muy bien. Creo que la Providencia de Dios nos ha
regalado el mejor papa posible para este momento histórico. No sólo para la
Iglesia sino para el mundo sometido a tantas injusticias y violencias; de ahí
su envergadura de líder mundial.
¿Su
mayor acierto?
El resurgimiento católico que estamos viviendo, por gracia de
Dios mediante su testimonio y ministerio. La iglesia estaba algo deprimida, y
con Francisco está viviendo un resurgimiento. La convocación del actual Jubileo
de la Misericordia ha sido una auténtica inspiración del Espíritu Santo. El Papa nos llama a una conversión personal,
pastoral y misionera. Hay que leer y releer su Exhortación apostólica
“Evangelii Gaudium” en la que se concentra su magisterio.
¿Y su
mayor desacierto o desatino?
(Carcajada) Él es muy crítico de sí mismo, pero se confía mucho
en una exigente disciplina de oración. Es muy positiva su libertad y
espontaneidad, pero a veces esa misma espontaneidad, sobre todo con los
periodistas, le puede jugar una mala pasada.
¿Y
está usted de acuerdo con la declaración de “quien soy yo para juzgar a un gay”?
Sí, porque la Iglesia distingue el juicio sobre los actos, del
juicio a las personas. Toda persona merece sumo respeto. Y conocemos que hay
una historia de humillaciones y de violencias que han sufrido las personas con
orientación homosexual. El Papa nos pide
a todos que comencemos a reconocer nuestros propios pecados, sin estar siempre
prontos a condenar a los demás. Otra cosa es el matrimonio homosexual o
igualitario o la difusión de la “teoría del gender” que la Iglesia rechaza con
muy serias razones.
¿En
un futuro los homosexuales tendrán más cabida en el seno dela iglesia?
Por supuesto que sí. El Papa siempre señala que las puertas de
la Iglesia siempre han de estar abiertas, sin discriminaciones ni exclusiones.
Todos tienen cabida en la Iglesia siempre que tengan apertura a sus enseñanzas
y procuren vivir en su comunión.
¿Y
que hay de los divorciados vueltos a casar que se acercan a la Iglesia?
El papa habla en la exhortación “Amoris Latitiae” de la
necesidad de acompañarlos en su camino de revisión de vida, de discernir las
situaciones vividas y de integrarlos en las comunidades cristianas. Están en
situación objetiva de pecado, pero su imputabilidad subjetiva puede merecer
atenuantes. ¡Cuántos se han casado por la Iglesia sin ninguna conciencia sobre
el sacramento del matrimonio y sobre las responsabilidades que conlleva de un
amor fiel, indisoluble y fecundo! No hay cambios en la doctrina, pero hay un
subrayado especial por no dejar abandonado a nadie en una situación difícil.
(Informó:
Rafael Hernández Urigüen: Textos e imágenes: Delegación de MCS de la Diócesis
de San Sebastián-Donostia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario