jueves, 24 de diciembre de 2015

MONS. MARIO ICETA EN SU MENSAJE DE NAVIDAD CONVOCA A VIVIR INTENSAMENTE LA MISERICORDIA





  


MONS MARIO ICETA  CONVOCA A VIVIR LA MISERICORDIA APRENDIENDO DEL MISTERIO DE LA NAVIDAD

 El Obispo de Bilbao  propone entre otras sugerencias:

“que la misericordia de Dios renueve nuestra vida, nuestra Iglesia, nuestra 
sociedad y el mundo entero. Que seamos servidores de la paz, de la justicia, de la fraternidad que Dios nos otorga, ministros de su reconciliación”.

Para acceder al mensaje completo: 
 



Informó: Rafael hernández Urigüen. Imágenes y enlaces facilitados por la Delegación de MCS de la Diócesis

miércoles, 23 de diciembre de 2015

ARRANCA EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA EN GIPUZKOA, CELEBRACIONES E INICIATIVAS





Apertura de la Puerta Santa en la Catedral del Buen Pastor



 
Apertura de la Puerta Santa en el Santuario de Nuestra Señora de Arantzazu

 
Apertura de la Puerta Santa en el Santuario de Loiola







Testimonio de la  hermana Guadalupe sobre la persecución a los cristianos en Siria




 
Bendición  de los niños ganadores en el Concurso de felicitaciones Navideñas




LA DIÓCESIS DE SAN SEBASTIÁN-DONOSTIA, CELEBRA LA INAUGURACIÓN DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA CON LA APERTURA DE TRES PUERTAS SANTAS


La Diócesis  de Gipuzkoa ha multiplicado sus actividades celebrativas y pastorales con motivo del comienzo del Año Jubilar de la Misericordia.
Se recopilan a continuación  los enlaces  que remiten a los  audiovisuales que han  registrado las  celebraciones  y eventos.


Apertura  de la Puerta santa en  la Catedral del Buen Pastor (Donostia):




Homilía:



Apertura  de la Puerta santa en Loiola:



Homilía de Mons Munilla  en  Loiola con motivo de la apertura  del Año Santo:


Testimonio de la hermana  Guadalupe  Rodrigo sobre las persecuciones a cristianos en Siria. Conferencia pronunciada el sábado  19 de  diciembre sobre  las razones profundas y concretas de la situación en Siria:


Homilía del Obispo de San Sebastián  IV Domingo Adviento:


Imágenes de la entrega de premios  a los niños del concurso  de  christmas al terminar la Misa en la catedral:

Mons. Munilla comenta temas  de actualidad en radio María, Lunes 21 de diciembre día después de las elecciones. La luz de la Doctrina Social Católica sobre el bien común:



Para consultar todos los  vídeos de  la Diócesis donostiarra:



Informó: Rafael Hernández Urigüen, Textos  imágenes  y enlaces facilitados por la Delegación de MCS de  la Diócesis

martes, 15 de diciembre de 2015

¿TIENE SENTIDO SEGUIR CELEBRANDO LA NAVIDAD?






EL SENTIDO DE LA NAVIDAD

Entrevista al Redactor de Palabra y Corresponsal en la CAV, Rafael Hernández Urigüen.  COPE Euskadi. Pregunta Santiago Ruíz de Azúa

Audio completo:

https://drive.google.com/file/d/0B2ATPrBFEaiJNEdVNDNMSWdWRlk/view?usp=sharing

domingo, 13 de diciembre de 2015

APERTURA DE LAS PUERTAS SANTAS DEL AÑO JUBILAR EN LA DIÓCESIS DE SAN SEBASTIÁN- DONOSTIA












APERTURA DE LAS PUERTAS SANTAS DEL AÑO JUBILAR EN LA DIÓCESIS DE SAN SEBASTIÁN- DONOSTIA 

PRIMERA APERTURA EN EL SANTUARIO DE ARANTZAZU

Hoy domingo 13 de  diciembre  se  inaugura en Gipuzkoa el año de la Misericordia con la apertura de la Puerta santa  por la mañana en Arantzazu y por la tarde a las 18:00 en la Catedral del Buen Pastor.
En su homilía de esta mañana Mons. José Ignacio Munilla ha recordado con palabras del papa Francisco  que cruzar la puerta significa descubrir la profundidad  de la Misericordia del Padre. El Obispo de San Sebastián explicaba a continuación el sentido y alcance  de las Obras de misericordia en sus tres dimensiones: las necesidades materiales; las psíquico-espirituales y finalmente las  espirituales religiosas. Mons. Munilla en su predicación recordaba  que si no se atiende a esas tres dimensiones estas obras  quedan falseadas por el reductivismo.
A continuación se  recoge el texto bilingüe   


Entrar por la Puerta de la Misericordia

En la homilía pronunciada por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro del Vaticano, al inicio de este Jubileo de la Misericordia, escuchamos de sus labios las siguientes palabras: “Entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre, que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno”.
Fijémonos en la expresión: “Entrar por la puerta significa «descubrir la profundidad» de la misericordia de Dios”. El misterio de Dios es para nosotros tan cercano como entrañable; pero, a su vez, inabarcable.  Por mucho que hayamos escuchado desde pequeños que Dios es amor, y que es infinitamente misericordioso, no terminamos de percatarnos del significado de estas expresiones. Nos vienen a la mente las palabras de san Pablo en la Carta a los Efesios, en las que pide la luz del Espíritu Santo para que lleguemos a entender cuál es la “anchura y la longitud, la altura y la profundidad” (Ef 3, 18) del amor de Cristo.
Un primer paso de aproximación hacia este misterio, lo tenemos en la invitación que Cristo nos hace a ser misericordiosos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6, 36). En efecto, hay cosas que no pueden ser suficientemente entendidas desde la mera teoría, sino que necesitan ser experimentadas para ser comprendidas. Una de ellas es, sin duda alguna, la misericordia. Nuestra meta en este Jubileo no es comprender qué es la misericordia, sino llegar a experimentarla.
Pues bien, la Iglesia ha concretado la invitación de Jesús a practicar la misericordia mediante las obras de misericordia: corporales y espirituales. Las obras de misericordia corporales son siete: visitar a los enfermos; dar de comer al hambriento; dar de beber al sediento; dar posada al peregrino; vestir al desnudo; visitar a los presos; enterrar a los difuntos. Por su parte, las obras de misericordia espirituales, que también son siete, son las siguientes: enseñar al que no sabe; dar buen consejo al que lo necesita; corregir al que se equivoca; perdonar al que nos injuria; consolar al triste; sufrir con paciencia los defectos del prójimo; rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
Todos y cada uno de nosotros tenemos tanta necesidad de recibir como de dar misericordia. Se trata de algo constitutivo de la identidad y de la vocación del cristiano. Y para ello es importante que no percibamos la misericordia de una manera parcial o reductiva, sino en toda su integridad, tal y como la propone la Iglesia:
En primer lugar, la misericordia abarca las necesidades más materiales y perentorias del ser humano; pues somos de carne y hueso, y no espíritus puros, como los ángeles. Más aún, el relato del juicio final que leemos en el capítulo 25 de san Mateo, pone en boca de Dios la sentencia de salvación o condenación en los siguientes términos: “Tuve hambre y me disteis –no me disteis— de comer”; “tuve sed y me disteis –no me disteis— de beber”; “era forastero y me acogisteis –no me acogisteis—”; “estaba desnudo y me vestisteis –no me vestisteis—”; “enfermo, y me visitasteis –no me visitasteis—”; “en la cárcel, y vinisteis –no vinisteis— a verme”.
En definitiva, nada de lo que acontece al hombre es indiferente para Dios, ni lo debe ser tampoco para nosotros. Recordemos lo que dice el discípulo amado del Señor en la primera de sus cartas: “Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1 Jn 3, 17)
         En segundo lugar, el ejercicio de las obras de misericordia abarca también la dimensión psico-espiritual del hombre. El cristianismo no es un espiritualismo desencarnado, pero tampoco es un pragmatismo materialista. Como decía la beata Madre Teresa de Calcuta: “La más terrible pobreza es la soledad y el sentimiento de no ser amado”. Las carencias afectivas se están revelando, en nuestros días, como una de las mayores heridas que dificultan o imposibilitan la felicidad. Al mismo tiempo, es importante entender que la actual emergencia afectiva, va acompañada de una emergencia educativa. Si preocupante es la pobreza de la soledad, no lo es menos la pobreza de la falta de sentido. Es muy significativa la insistencia de las obras de misericordia espirituales a este respecto: “Enseñar al que no sabe; dar buen consejo al que lo necesita; corregir al que yerra…”.
Dicho de otro modo, las obras de misericordia no pueden limitarse a socorrer a nuestro prójimo en sus necesidades materiales, (¡eso sería un mero asistencialismo!), sino en dar “Amor” y “Verdad”. Ambas realidades son inseparables: el amor y la verdad. Un amor sin verdad, es mero sentimentalismo. Una verdad sin amor es crueldad. Nuestro mundo necesita amor en la verdad; porque el amor, o es exigente, o no es amor. Como decía el entonces todavía Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio: “Ser corregido una y otra vez es signo de mayor misericordia”. (Recordemos: “corregir al que yerra, dar buen consejo al que lo necesita…”).
En tercer lugar, todavía existe una postrera dimensión de la misericordia, cual es la dimensión espiritual-religiosa. No en vano, la última de las obras de misericordia espirituales consiste en “rezar a Dios por vivos y difuntos”. En el número 200 de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco afirma: “La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual“. Y a nuestro Papa emérito, Benedicto XVI, le gustaba repetir a los jóvenes: “Quien no da a Dios, da muy poco”.
Por ello, el Jubileo de la Misericordia tiene en el Sacramento de la confesión un medio decisivo para “entrar por la Puerta de la Misericordia”: acoger la misericordia de Dios, para poder transmitirla; ya que nadie puede dar lo que no ha recibido. Solo así podremos vivir el lema del Jubileo: “Misericordiosos como el Padre”. Mención especial merece el testimonio de nuestro Papa confesándose ante los ojos del mundo, y administrando personalmente el sacramento del perdón a los fieles, allá por donde va. Así lo vimos recientemente en su último viaje a África.
El redescubrimiento del valor de la oración será también un importante termómetro de la intensidad con la que vivamos el Jubileo. Precisamente, impresiona comprobar la insistencia y tenacidad con las que el Papa Francisco nos pide que recemos por él. Y ni que decir tiene, que esa necesidad de oración la tenemos todos. No tengamos miedo de que nuestra oración sea una evasión; porque el verdadero orante se encontrará con aquello de lo que huye, recibiendo la fuerza divina para afrontar el reto de la vida en todas sus dimensiones.
 “¡Que María, Madre de Misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. Que esté cerca de nosotros en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo, para que nuestro itinerario sea experiencia de perdón, de acogida y de caridad!” (Papa Francisco)
Os deseo a todos que entréis por la Puerta de la Misericordia, con gran  esperanza y alegría plena. ¡Feliz Jubileo de la Misericordia!


Errukiaren atetik sartzea
Errukiaren Jubileuari hasiera emateko ospakizunean, Frantzisko Aita Santuak, Vatikanoko San Pedro Plazan egindako homilian, hitz hauek esan zituen: “Errukiaren atetik sartzeak Aitaren errukiaren sakontasuna ezagutzea esan nahi du, denok  onartzen baikaitu eta gutako bakoitzarekin topo egin nahi du pertsonalki”.
Jar dezagun arreta esaldi honetan: “Errukiaren atetik sartzeak Aitaren errukiaren ‘sakontasuna ezagutzea’ esan nahi du”. Jainkoaren misterioa hurbila da guretzat, eta, maitagarria; baina, aldi berean, ulertezina da. Nahiz eta guk txikitandik entzun izan Jainkoa maitasuna dela, eta guztiz errukitsua, ezin ditugu esaldi hauek beren sakontasun osoan ulertu. San Paulok Efesoarrei egindako Gutunean dioena datorkigu gogora: Espiritu Santuaren argia eskatzen du, ulertu ahal izateko “zein zabal eta luze, zein garai eta sakon den” Kristok digun maitasuna.
Misterio honetara hurbiltzeko lehenengo pausoa, errukitsu izatera Kristok egiten digun deia da: “Izan zaitezte errukitsuak zuen Aita errukitsua den bezala” (Lk 6, 36). Hain zuzen, badira gauzak teoria hutsez behar adinbat ulertu ezin direnak, baizik eta bizi izanez bakarrik uler daitezkeenak. Horietakoa da, zalantzarik gabe, errukia. Jubileu honetan, gure helburua ez da errukia zer den ulertzea, errukia bizitzea baizik.
Elizak, errukia bizitzako jokabideetan erakusteko, gorputzeko eta espirituzko Erruki-egintzak betetzera dei egiten digu. Zazpi dira gorputzeko erruki-egintzak: gaixoak ikustera joatea; gose denari jaten ematea; egarri denari edaten ematea; erromesak etxean hartzea; biluzik dagoena janztea; espetxean direnak ikustera joatea; hildakoei lur ematea. Espirituzko erruki-egintzak ere zazpi dira: ez dakienari erakustea; behar duenari kontseilu ona ematea; gaizki egin duena zuzentzea; irainak egin dizkigunari barkatzea; triste dagoena kontsolatzea; besteen akatsak pazientziaz jasatea; bizien eta hildakoen alde Jainkoari otoitz egitea.
Denok eta gutako bakoitzak dugu, bai errukia besteengandik jasotzearen beharra, baita gu errukitsu izatearen beharra ere. Kristau-izatearen eta kristau-bokazioaren berezko osagaia dugu hori. Horregatik garrantzizkoa da, errukia era zatikatuan edota murriztuan ez ulertzea, bere osotasunean baizik. Honela adierazten digu hori Elizak:
Lehenengo eta behin, errukiak pertsonaren behar material premiazkoenei begiratzen die; izan ere, hezur-mamizkoak gara, ez aingeruak. Hain zuzen, San Mateoren Ebanjelioko 25. atalean datorren azken juizioko kontakizunak Jainkoaren ahotan jartzen du salbamenaren edota kondenazioaren  epaia, aipamen hauek eginez: “gose nintzen, eta jaten eman zenidaten/ edota ez zenidaten jaten eman”, “egarri nintzen, eta edaten eman zenidaten/edota ez zenidaten edaten eman”, “arrotz nintzen, eta etxean hartu ninduzuen/edota ez ninduzuen etxean hartu”, “biluzik nengoen, eta jantzi egin ninduzuen/edota ez ninduzuen jantzi”, “gaixorik nengoen, eta ni ikustera etorri zineten/edota ez zineten etorri ni ikustera”, “espetxean nengoen, eta ni ikustera etorri zineten/edota ez zineten etorri ni ikustera”.
Azken batean, Jainkoarentzat ez da axolarik gabeko kontua gizakiari gertatzen zaionik ezer, eta gizakiarentzat ere ez du axolarik gabea izan behar. Gogora dezagun, Jaunak bereziki maite zuen Ikasleak bere lehenengo gutunean dioena: “Norbaitek lurreko ondasunak izan eta, senidea beharrean ikusirik, bihotza ixten badio, nola iraungo du harengan Jainkoaren maitasunak?” (1 Jn 3, 17).
Bestalde, erruki-egintzak betetzeak gizakiaren alderdi psiko-espiritualari ere begiratzen dio. Kristautasuna ez da hezur-mamizrik gabeko espiritualismoa, baina ezta pragmatismo materialista ere. Kalkutako Teresa dohatsuak zioen bezala: “Bakardadea eta maitatua ez izatea da pobretasunik larriena”. Maitasun-gabezia da, gure aldi honetan, zoriontsu izatea eragozten edota zaildu egiten duen zauririk larrienetakoa. Aldi berean, garrantzitsua da ulertzea, oraingo maitasun-gabezia larri hori heziera alorreko gabeziarekin lotua dagoela. Kezkagarria da, beraz, bakardadearen pobretasuna, baina are kezkagarriagoa da bizitzari zentzurik ez aurkitzea. Oso esanguratsua da espirituzko erruki-egintzek gai honi buruz azpimarratzen dutena: “Ez dakienari erakustea; behar duenari kontseilu ona ematea; gaizki egin duena zuzentzea…”.
Beste era batera esanda, erruki-egintzak ezin dira mugatu gure lagun hurkoari bere behar materialetan laguntzera bakarrik (hori sorospen-lana egite hutsean geldituko litzateke!), baizik eta “Maitasuna” eta “Egia” ematea esan nahi du. Bi gauza hauek, maitasuna eta egia, elkarrengandik bereizezinak dira. Egiarik gabeko maitasuna sentimendu hutsean geldituko litzateke. Eta maitasunik gabeko egia ankerkeria da. Oraindik Buenos Aireseko Gotzainburu zela, Jorge  Mario Bergogliok zioen bezala: “Behin eta berriz zentzatua edo zuzendua izateak erruki handiagoa erakusten du” (gogora dezagun: “gaizki egin duena zuzentzea, behar duenari kontseilu ona ematea…”).
Bada, azkenik, errukiaren hirugarren alderdi bat: errukiari dagokion alderdi espirituala eta erlijiosoa. Hain zuzen, espirituzko azkeneko erruki-egintza “Bizien eta hildakoen alde Jainkoari otoitz egitea” da. “Evangelii gaudium” Aholku Hitz Apostolikoan, Frantzisko Aita Santuak hau dio 200. zenbakian: “Behartsuek jasaten duten bazterketarik larriena espirituzko arretarik eza dela”. Eta Benedikto XVI.a gure Aita Santu ohiak esaten zien gazteei: “Jainkoa maite ez duenak oso gutxi maite du”.
Horregatik, Errukiaren Jubileuak aparteko baliabidea eskaintzen du Aitortzako sakramentuan “errukiaren atetik sartu” ahal izateko: Jainkoaren guganako errukia onartzeko aukera ederra ematen digu, guk besteak erruki izateko; izan ere, inork ez dezake hartu ez duenetik eman. Horrela bakarrik bete ahal izango dugu Jubileuko goiburuak dioena: “Errukitsu Aita bezala”. Aipamen berezia merezi du gure Aita Santua, joaten den lekuetan, mundu guztiaren aurrean, aitortzako sakramentua hartzen eta berak fededunei barkamenaren sakramentua ematen ikusteak. Horrela ikusi genuen Afrikara egin berria duen ibilaldian.
Otoitzaren balioa berriro aurkitzea ere neurgailu garrantzitsua izango da, Jubileua nolako sakontasunez bizi dugun ikusteko. Hain zuzen, deigarria egiten da, Frantzisko Aita Santuak beraren alde otoitz egiteko behin eta berriz egiten digun eskaria. Eta ez dago esan beharrik, denok dugula otoitzaren beharra. Ez dezagun otoitza iheskeria izango den beldurrik izan; egiazko otoitz-egileak ihes egin nahi dion arazoarekin topo egingo baitu; baina Jainkoaren indarra emango zaio, bizitzak jartzen dizkion erronkei alde guztietatik aurre egiteko.
“Errukiaren Ama dugun Andre Mariak, eman dizaegula bihotzean Jainkoak maite gaituen ziurtasuna. Gure inguruan egon dadila une zailetan eta eman diezagula bere Semearen sentipen berberak izatea, Jubileuko gure ibilaldi hau barkamen-, onarpen- eta karitate-esperientzia izan dadin!” (Frantzisko Aita Santua).
Errukiaren atetik itxaropenez eta pozez beterik sartzea opa dizuet guztioi. Errukiaren Jubileu pozgarria izan dezazuela!

(Informó: Rafael Hernández Urigüen. Textos facilitados por la Delegación de MCS de la Diócesis. Imágenes: Rafael Hernández Urigüen)